Cristo Atado a la
Columna
Se tiene la certeza de que esta imagen, obra cumbre del
periodo clásico de Gregorio Fernández, perteneció a un conjunto procesional
denominado del Azotamiento, tallado por el maestro imaginero lucense para la
cofradía de la Vera Cruz de Valladolid. Los personajes secundarios del
conjunto, sayones y soldados, han desaparecido con el tiempo.
Este paso es el más antiguo, conservado en madera en su integridad
por la decana cofradía de la Vera Cruz, iniciándose con el cambio de materiales
empleados en la realización de los pasos, de papelón a madera policromada.
Se tiene constancia gráfica de que en 1926 este paso estuvo
formado por otras cinco figuras, además de la Cristo. Un sayón tirando de la
cuerda, que hoy desfila en el paso “Camino
del Calvario”, otro sayón azotando, que también pertenece en la actualidad
a ese conjunto y otro sayón más que hoy pertenece al paso “El Azotamiento del Señor”, un cuarto sayón y la quinta figura se
trataría de un anciano con turbante.
En el compromiso firmado en el año 1623 por Fernández con la
cofradía de la Vera Cruz, se advierte que el autor tallo 7 figuras para este
paso.
En la actualidad el paso esta compuesto solo por la imagen
central. Jesús se encuentra desnudo, con un paño de pureza en el lado derecho
de la cintura, con amplio pliegue al vuelo. Sus manos atadas se posan sobre una
semicolumna dórica de mármol negro, sustituyendo el modelo utilizado hasta
entonces de gran altura. Se basa en el modelo de la que se encuentra como
reliquia en la Basílica de Santa Práxedes en Roma, lo que dora a la escena de
un realismo y patetismo mayor que el anterior modelo de columna utilizado hasta
el siglo XVI, facilitándose esta altura del “suplicio” una posición aún más
dramática de Cristo.
Excelente rostro: pelo largo con raya al medio, ojos de
cristal de gran realismo y bigote y barba partida, boca entreabierta.
Las huellas de los flagelos en la espalda del Cristo ofrecen
un gran realismo, con una llaga posiblemente inspirada en las meditaciones de
Fray Luis de Granada. Realizados para un mayor realismo según palabras del
maestro, en un escrito, de la siguiente manera, “van de corcho y sangre
cuajada”.
Los hilos de sangre que se deslizan por la espalda de Jesús
son realmente impresionantes: los desollones, las moraduras, el dolor vivo de
la carne abierta hacen de esa espalda portentosa una llaga enorme a la
compasión.
Los cofrades de la Vera Cruz solicitaron a Roma indulgencias
y jubileo en 1619, por las llagas de la espalda de Cristo Flagelado , beneficios
espirituales que debían asociar a esta imagen tallada por el gran maestro
gallego.
Hasta tal punto caló la expresión doliente de Jesús. Es tan real y bella su mirada que, de boca en
boca, año tras año, y ya han pasado varios siglos, se repite la leyenda de que
habiendo acabado el Maestro ya la imagen, Jesús hablo al artista y le
dijo:”¿Dónde me miraste que tan bien me retratista?”, Fernández, autor de este
prodigio artístico le contesto:”Señor, en mi corazón “.
Esta leyenda fue recogida por Juan Agapito y Revilla en su
libro “Tradiciones de Valladolid”. Una estatua que había “(1914).
Profundizando aún más en el interés de la obra, no es
arriesgado decir que este desnudos de Cristo es un perfecto estudio anatómico, interpretado
de manera magistral por el gran imaginero. Destaca su equilibrio, realismo y
dramatismo citado en las heridas, culminando en la llagado la espalda o en la
mirada de humildad que brota de sus ojos de cristal. Así detrás de cada poro de
la madera castellana cincelada por Fernández, hallamos el sustrato espiritual
de un siglo de letras y meditaciones, asumidas perfectamente por el imaginero.
Pieza clave en la iconografía de la flagelación. Se opina
que está obra se convirtió en modelo que se utilizo para posteriores tallas que
representan la misma escena de la Pasión de Nuestro Señor. Se cree que la
distribución de las figuras del paso del “Azotamiento
del Señor” de la Pasión fue copiada, al menos en parte, de la de este paso.
Así mismo se cree que está imagen fue copiada al realizar la existente en el
Convento de las Carmelitas Descalzas de Ávila.
El incendio ocurrido en la iglesia Penitencial de la Vera
Cruz en 1806, provocó un oscurecimiento en la policromado de esta bellísima
talla, una reciente limpieza ha hecho que podamos contemplar de nuevo la imagen
con su policromía original.
La imagen desfila en las procesiones del Rosario del Dolor,
la Peregrinación de la Promesa, y General de la Pasión del Redentor con nuestra
hermandad. Y el Jueves Santo en la Procesión de Regla, con la cofradía de la
Vera Cruz, propietaria de la imagen. En cuyo templo se venera durante todo el
año.
En el mes de Marzo nuestra hermandad realiza un Solemne triduo
a la Imagen.
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