Sería interesante, antes de entrar a dar algunas pinceladas
sobre la historia de una de las
cofradías más antiguas de Valladolid, la
de la Sagrada Pasión de Cristo, afrontar en primer lugar la idea misma de lo que es una cofradía. Sin ánimo de
profundizar en el tema, lo que nos llevaría a investigar sobre la misma génesis
de las cofradías, no siendo este el
lugar para tal investigación, podemos hacer una primera aproximación
definiéndola como una congregación o hermandad piadosa de
personas devotas. Nada más y nada menos que esto. La definición podríamos
tacharla de simplista, pero hay que tener en cuenta en primer lugar que, nunca,
en términos generales, una definición
complicada vino a arrojar más claridad
sobre lo que es objeto de definición y en segundo lugar que es precisamente la
simpleza la clave de su entendimiento.
DE ROMA AL CRISTIANISMO
Si tuviésemos que hacer un ejercicio retrospectivo referido
a los primeros orígenes de las cofradías, bien podríamos decir que, dejando a
un lado fenómenos asociativos de culturas como la persa o la egipcia es en Roma
donde encontramos la raíz de lo que hoy conocemos como cofradías. A este fin es
interesante para el estudio que nos ocupa la organización fundada en el año 70
durante el principado de Nerón formada por leñadores. Su noticia deriva de un
monumento encontrado en Monteleone (Terni) y
que en la actualidad se conserva
en Roma, donde las inscripciones que aparecen en el mismo nos llevan a una
región muy arbolada, boscosa, donde se trabajaba y se vendía la leña. A esa
corporación se la denomina en la inscripción
“familia” y estaba dedicada al dios Silvano. En la misma inscripción se
puede leer que el fundador de la misma, M. Valerius Dexter ofreció una fiesta el 15 de julio en la que se
sirvieron pasteles de miel y por ello fue excusado de su contribución mensual.
Entre otros, el fin que perseguía tal asociación era
asegurar a cada uno de sus miembros una sepultura en el cementerio de la misma.
La dirección estaba encomendada probablemente a dos personas a los que se les denominaba
magistri que eran elegidos anualmente y que tenían como una de sus misiones
principales el organizar la fiesta anual del 15 de julio en honor del dios
tutelar.
Los socios estaban agrupados en cuatro decurias, las cuales
contaban con veinte miembros cada una de ellas. Cada decuria contaba con
personas encargadas de recoger las contribuciones de cada socio e incluso de
cobrar las multas a los transgresores del estatuto. Probablemente serían
también dos las personas encargadas de tal menester a los cuales se les llamaba
decumani. A los miembros de esas asociaciones las leyes les permitían reunirse
con cierta periodicidad con el fin de recoger las contribuciones de los socios,
o para celebrar algún rito de tipo religioso. Como toda reunión de personas,
independientemente de su carácter, estas asociaciones estaban asentadas sobre
un estatuto por el que se regían. A esos estatutos se les denominaba lex.
Todavía se conservan algunos de esos estatutos que pueden
arrojar luz no solamente sobre la organización interna de la asociación o sobre
los fines que les eran propios, sino también sobre las mismas instituciones
que, salvando las distancias gobernarán esas asociaciones en el medioevo y que
han perdurado en los tiempos presentes. Nos sorprendería hasta que punto se
asemeja la organización interna de estas asociaciones romanas con la
organización interna de las cofradías modernas; incluso los fines que
perseguían aquellos hasta hace bien poco entre otros también les perseguían las
cofradías. Baste recordar que todavía en la primera mitad de este siglo nuestra
Penitencial costeaba todos los gastos derivados del fallecimiento de un
hermano.
Llegados a este punto, se cumple el tiempo prescrito por
Dios para que llegara al mundo su Único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo,
Salvador del género humano quien a
través de su sacrificio debía reconciliar a la humanidad con Dios después de la
caída de Adán y Eva en el Paraíso. Llevada a efecto la misión salvífica con el
nacimiento, vida pública, pasión, muerte, resurrección y ascensión a los cielos
de Nuestro Señor, los cristianos después
de esos primeros tiempos comienzan a organizarse. Bien podemos decir que las
cofradías se remontan a los primeros tiempos, a esos primeros seguidores del
Divino Maestro. Estos ya se comportaban
de igual manera que se comportaban los
romanos respecto a determinadas necesidades; podríamos decir que la cofradía
era la entera comunidad cristiana de los primeros tiempos, aún no necesitando
de mucho estímulo para la práctica de las
buenas obras, el fortalecimiento de la fe y el mantenimiento del sentido
religioso en todos sus quehaceres diarios,
porque de todo ello nos dejaron buena prueba.
En los primeros años
del cristianismo una iglesia emergente y pujante en su desarrollo se encuentra
con la necesidad de designar las instituciones que desde su interior surgen, y
para ello toma del latín los vocablos necesarios. Pero no solo esa iglesia
emergente se vale del latín, el medioevo define algunas asociaciones en las que
se va articulando la sociedad con términos latinos: collegium, consortium,
societas, son los términos utilizados
para designar en su origen
corporaciones de personas que desarrollaban una misma profesión, o la reunión
de personas que daban culto a una misma divinidad, o asociaciones de personas
que deseaban asegurarse una sepultura en el cementerio adquirido en común.
La confirmación de la
existencia de las cofradías por parte de la Iglesia Católica viene de alguna
manera tolerada, por el hecho de
entender que esas asociaciones de fieles podían
servir de estímulo para la práctica de las buenas acciones fundadas en
las Obras de Misericordia, el fortalecimiento, sostenimiento y desarrollo de la fe
y para mantenimiento vivo del sentimiento religioso en el pueblo
cristiano.
Unirse, asociarse para la realización de un determinado fin
facilita innegablemente su consecución.
Esa unión de voluntades y esfuerzos hace posible conseguir lo que a una
sola sería quimérico alcanzar. Este puede ser el origen de las cofradías desde
la perspectiva puramente cristiana; en una religión fundada en el amor a Dios y
al prójimo como a uno mismo en palabras
del mismo Jesucristo, la puesta en practica del culto a Dios y la puesta por
obra de las Obras de Misericordia era por decirlo de alguna manera la plenitud
de la misma.
Un dato característico de estas asociaciones de fieles es el
patronazgo de un Santo al cual consagran todos sus quehaceres y culto
ejerciendo en su nombre los actos de
piedad y beneficencia a los que estaba obligada. En fin el origen y fin último
de las cofradías era, y lo sigue siendo,
rendir culto a Jesucristo, la Virgen y los Santos poniendo a estos como
patronos y a la Iglesia como directora,
haciendo para con el prójimo obras de caridad que no sería otra cosa que
el reflejo tangible de ese culto hacia Jesucristo y su doctrina.
El ASENTAMIENTO DE LAS COFRADÍAS
Pero pasado el tiempo se hizo necesario reglamentar esas asociaciones; ya no era la
entera comunidad la que “comulgaba” con una determinada manera de ver las
cosas, de buscar, o mejor, de facilitar esa práctica de las buenas obras y ese
fortalecimiento de la fe. Quizás las cosas para el cristianismo ya no eran tan
complicadas como en los primeros tiempos; una determinada relajación en ese
constante sobresalto por la conservación de la propia vida de los primeros
cristianos vino a traer esa “libertad”
de poder encontrar cauces diversos,
medios diversos para llegar a alcanzar
los fines antes indicados,
porque, debe quedar claro que las cofradías fueron y lo siguen siendo medios
para alcanzar unos fines.
Es en el s. IX cuando podemos hablar en sentido estricto de
la sujeción de estas asociaciones a unas Reglas o condiciones de
asociación completando su perfección a
partir del s. XIII. Tenemos como ejemplo los gremios en la Edad Media, los cuales bajo la
advocación de un santo se constituían en Cofradías. Son incontables los
ejemplos que tenemos de esta especie de transición.
Pero las cofradías, como todo lo humano, estaban dirigidas
por hombres; barro, al fin y al cabo y con el pretexto piadoso, se cometían
abusos y escándalos. Para tratar de paliar en la medida de lo posible estos
abusos y desviaciones de lo que en un principio era una asociación para
fomentar y estimular la práctica de las buenas obras y estímulo de la fe, el
Papa Clemente VIII en una Bula de 1.604
dispone la necesidad de la autorización de los prelados en las
diócesis donde están enclavadas, ni participar individuos integrantes de las
mismas de las gracias e indulgencias que les
correspondiesen por fundación o por especial favor de la Santa Sede
mientras no se aprobaran sus reglas por el diocesano. Aún así algunas cofradías
en razón de su antigüedad y de su importancia
se las permitía el privilegio de poder serles agregadas otras y de ese
modo participar de las indulgencias y gracias concedidas a aquellas, pero como
requisito esencial para la agregación seguía existiendo la necesidad de la
agregada estar erigida canónicamente y que tal agregación fuese verificada con
un permiso especial de la Santa Sede, que generalmente recaía en los obispos.
ESPAÑA EN EL SIGLO
XVI. LA FUNDACIÓN DE LA PASIÓN
Pretendemos en este resumen, dar una idea sencilla de como
nació y el porque una de las Cofradías Penitenciales más antiguas de la ciudad.
Llegar hasta aquí no ha sido fácil; han sido muchos los años de investigación y
de estudio en archivos y bibliotecas, consultando obras de todo tipo y autor,
documentos notariales, manuscritos, y sobre todo de parte de la documentación
de la Cofradía en paradero desconocido y felizmente recuperada hace unos pocos años, cotejándolo todo ello con los Libros de Cabildos que se conservaban
en la Cofradía. Podemos decir sin temor a equivocarnos que ésta es esa historia
que tanto anhelábamos desvelar y tanto
ha costado recuperar y ahora la presentamos para todo aquel que se acerque a
conocerla guiado única y exclusivamente por el ánimo de saber un poco más de la
historia de nuestra Penitencial, y por extensión de la historia de Valladolid
porque, se quiera o no, la historia de las Cofradías esta íntimamente ligada
con los avatares históricos de la
Ciudad.
Con todas estas premisas aún hay que decir que no es fácil
hacer un resumen histórico de ninguna institución o acontecimiento histórico
sin caer en la tentación de hacerlo analizando esa institución o ese
acontecimiento histórico aisladamente, sin relación con el mundo que le vio
surgir. Sería imposible abarcar en esta historia resumida, la amplitud de los
acontecimientos históricos vividos en España en general y en Valladolid en
particular en el momento en el que la
ciudad vio surgir en la última década del siglo XV y primera mitad del siglo
XVI a las Cofradías Penitenciales
Hay que comenzar diciendo que nos situamos en una de las
épocas más importantes de la historia de España. Nos asentamos aproximadamente
en la primera mitad del llamado Siglo de Oro, período comprendido, según los
estudiosos entre los años 1518 y 1648, aunque los límites tanto en el comienzo
como en el fin del mencionado período son borrosos. Sin entrar a profundizar
sobre este período, bien podemos decir que esta condicionado por tres ideas
básicas: el erasmismo, el luteranismo y la Contrarreforma. Dejando de lado las dos
primeras ideas, la efectividad de los
mensajes religiosos contrarreformistas, se produjeron por la vía de la escenografía que representaban las
procesiones, que fueron la gran exaltación del sentido religioso, dotándose
cada vez de mayor aparato ceremonial.
Se promocionan fiestas como el Domingo de Ramos, el Jueves
Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Pascua. Joly, se refiere a las
procesiones de Valladolid en estos términos: “...La doliente procesión de los
penitentes que va por la ciudad... Se azotan
con exceso y pasan en procesión por la noche, con tanta tristeza que no
hay corazón tan duro que no se conmueva.”
De igual modo, sin entrar en profundidades que no son el
objeto de este trabajo hay que hablar al menos de manera somera de la Inquisición.
En primer lugar hay que decir que toma la denominación de un procedimiento de
tipo penal específico: la “inquisitio”, que no proviniendo del derecho romano
tenía como característica la formulación de una acusación por iniciativa de la
autoridad. Ya a finales del siglo XII y como consecuencia de la rápida difusión por Europa de herejías
como el maniqueísmo y el catarísmo obligan a la Iglesia cristiana a tomar
posiciones de defensa adoptando el procedimiento inquisitorial con un decreto del Papa Luciano III, llamado “Ad
abolendam”. En España la Inquisición toma carta de naturaleza cuando el 1 de
noviembre de 1478 el Papa Sixto IV en su Bula “Exigit sinceras devotionis
affectus” concede a los Reyes Católicos el poder nombrar a determinadas personas
para desempeñar el oficio de inquisidores
Con estas aproximaciones podemos situarnos en el tiempo y
decir que en el siglo XVI, la península ibérica era el centro de Europa, y el
camino obligado hacia América. Descubierto el Nuevo Mundo, España se convierte
en el centro de reunión de culturas
diversas con una más que difícil convivencia. Aún así estas culturas convivían
unas al lado de otras con elementos dispares y comunes, pero tolerándose unos a
otros. La cristiandad, se conservaba pura en España sin que el error propagado
por Lutero calase en el sentimiento religioso del pueblo. Eran los tiempos de
Luis Vives, de Domingo de Soto, Francisco Suárez y de Vázquez de Menchaca,
vallisoletano enviado por Felipe II al Concilio de Trento que convocado por el
Papa Julio III combate la apostasía de Lutero.
En algunos años antes de la convocatoria de este Concilio podemos datar
la fundación de la que vulgarmente conocemos como Cofradía de la Pasión. Aún
pudiendo remontarse sus orígenes al siglo XV
los datos de los que se dispone, avalan de manera irrefutable el mes de
octubre del año 1.531 como fecha exacta de su fundación. Fue instituida por el
Párroco, el Beneficiario y el Sacristán de la parroquia de Santiago llamados
Mateo Fernández, Cosme de Pesquera y Juan de Rejas. De varios documentos
notariales extraemos unas primeras líneas de la Regla fundacional donde se deja
bien patente la fecha y los propósitos de su fundación. Tales líneas se
transcriben en su versión original tal y como aparecen en los mencionados
documentos.
REGLA DE LA COFRADÍA PENITENCIAL DE LA SAGRADA PASIÓN DE
CRISTO DE LA CIUDAD DE VALLADOLID
“Las obras que los sabios y santos doctores hicieron,
siempre procuraron poner en ellas el día, mes y año, en que fueron comenzadas e criadas, a
exemplo de Dios nuestro señor, al qual plugo que se supiesse y fuesse notorio
el tiempo en que se criaron e ficieron los cielos e la tierra, por ende,
siguiendo la dicha doctrina y queriendo que agora y perpetuamente se conozcan y
sepan por todos quien fue caussa e principio de se hordenar y facer esta
congregacion y cofradia, quando, en que tiempo se principio el fruto y buen
exemplo que della saldra, decimos y facemos saver que en el mes de octubre del año que passo de mill y quinientos e
treinta e un años, ciertos buenos hombres de la collacion de señor Santiago
desta noble villa de Valladolid, lo consultaron con cura y benefiziado y
sacristan de la dicha yglesia de señor Santiago.... comencaron, criaron,
hicieron la dicha cofradía y hermandad de la Passión de nuestro señor
Jhesucristo, e crehemos que por alumbramiento e ynspiración del Spiritu Santo,
porque tal obra, como está tan santa, tan catolica, tan azepta a Dios nuestro
señor, y llena de tanto amor y charidad, no se haría ni podria hacer ni de
nuevo criar sin yntervenir en el comienco, medio fin della su santo espíritu e
gracia nosotros, pues tenemos la bocación de la sanctísima passion y penitencia
de nuestro señor Jhesucristo, y con entera devoción nos los dichos cofrades el
viernes sancto de la Cruz nos juntemos todos a las dos oras despues de la media
noche en el Monasterio de la Sanctissima Trinidad.... para hacer la dicha
cofradia disciplina, e ende salgamos todos juntos en la procesión, y el
cofrade que no viniere a la tal procesión, que le sea sacada en prenda por
media arroba de cera y se diszipline el tal cofrade o cofrades que aquel dia no
se disziplinaron, el dia de la passion y maxime xpe o el domingo adelante
quando por el cavildo fuese acordado...”
TÍTULO
Sobre su nombre primigenio, de la documentación obrante, se
desprenden opiniones diversas y en ocasiones contradictorias, por cuanto que en
documentos del año 1.577 se la titula como Cofradía de la Sagrada Pasión de
Cristo y Cofradía de la Santísima Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Manuel
Canessi, en su Historia de Valladolid la cita como Cofradía de la Pasión o de
Nuestra Señora de la Pasión; también recoge el documento de traslado de los
privilegios de la Cofradía de San Juan de los Florentinos, de Roma, en 1566,
donde se lee V. (venerable) Cofradía de la Sagrada Pasión de Jesucristo, de
Valladolid. Finalmente, en algunos Libros de Cabildos a partir de 1.805 se
puede leer, Cofradía de Nuestra Señora de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo.
De todo lo dicho anteriormente, podemos decir que no
conviven pacíficamente las teorías al respecto dada la diversidad de títulos
con los que se la presenta, pero bien podemos asegurar, y es lógico pensarlo
así, que el nombre originario de la
Cofradía era de la Pasión de Cristo y al llamar Virgen de la Pasión a la imagen
de la Piedad que presidía la iglesia, la advocación mariana fue adquiriendo
importancia hasta unirse al mismo nombre de la Cofradía. El gran numero de
referencias documentales escritas, así como gráficas (grabados y pinturas)
referidas a la imagen de Nuestra Señora de la Pasión, permiten no solo avalar
tal teoría sino también su historia desde el mismo siglo XVI. Además, se han
conservado distintos elementos que completaban la imagen (cruz, mantos), que hacen posible realizar una comprobación
física incuestionable. La advocación de Nuestra Señora de la Pasión
corresponde, iconográficamente, al momento en el que el cuerpo muerto de
Cristo, descendido de la Cruz, es acogido por María en su regazo. Aunque la
primera referencia documental de este grupo se encuentra en una relación de objetos
y propiedades de la Cofradía de la Pasión, en 1.553 (dato recogido por Martí y
Monso en sus “Estudios Historico-Artísticos, pag. 498) , la obra debe ser
anterior; y parece lógico que la
cofradía debió contar desde estas fechas con su imagen titular. Según el
historiador Manuel Canessi, la talla fue donada por Diego Sánchez Pintado,
diputado de la Cofradía sin señalar la fecha. En 1.556 vuelve a inventariarse,
esta vez acompañada de otras figuras de San Juan, la Magdalena y los dos
ladrones (dato publicado también por Martí y Monso), lo que coincide bastante
con la descripción que de este paso hace Pinheiro da Vega a inicios del siglo
XVII.
AGREGACIÓN A LA COMPAÑÍA DE SAN JUAN BAUTISTA DEGOLLADO DE
ROMA
La cofradía se funda a imitación de la Venerable Compañía de
San Juan Bautista Degollado, cuyo principal ejercicio era consolar a los
condenados a muerte y disponerlos para bien morir, acompañándoles al suplicio,
y enterrándolos solemnemente, y así queriendo imitar la Cofradía de la Pasión a
tan piadoso instituto, solicitó participar de las gracias e indulgencias de
aquella, para imitar la santa obra de asistir a los condenados a muerte en
nuestra ciudad. Así, el 16 de junio de 1576 la Pasión tomó parte de las bulas,
gracias, indulgencias, exenciones, privilegios y de liberar un preso el día de
San Juan Bautista Degollado. La Venerable Compañía de San Juan Bautista
Degollado, llamada de la Misericordia de la Ciudad Roma, (Arciconfraternita di
San Giovanni Decollato detta de la Misericordia de la Nazione Fiorentina in
Roma) fue fundada en 1488 por algunos devotos florentinos que veían el triste
abandono en el que se encontraban en Roma los condenados a muerte y es el Papa Paulo III quien indirectamente y en razón de la agregación
con la cofradía italiana concede a la Cofradía de la Pasión de Valladolid las
mismas bulas, privilegios e indulgencias que aquella poseía.
Avala esta teoría el protocolo por el cual la cofradía
italiana concede a la de Valladolid tales bulas, privilegios e indulgencias,
confirmando así tal dádiva, ya que nadie puede dar lo que no tiene, ni dar aquello que no esta autorizado a dar.
Desde siempre en la fiesta de la Cofradía que se celebra el 29 de Agosto, día
que la Iglesia celebra la Degollación de San Juan Bautista, antes de los actos
en honor del patrono, se procede a la lectura del mencionado protocolo.
LA IGLESIA DE LA PASIÓN
Como todas las Cofradías Penitenciales, la de la Pasión se
puso como meta la construcción de su propia Iglesia. Las Cofradía en sus
orígenes se reunía en el Hospital de ánimas de la parroquia de Santiago, hasta
que inauguro iglesia en la calle del pasadizo de Don Alonso Niño (hoy calle de
la Pasión) el 18 de marzo de 1581.
La primitiva morada, se encontraba situada junto a la
iglesia de Santiago, describiéndola así un testigo de la época “la casa y
hospital donde se juntan los cofrades de la Cofradía de la Pasión es casa muy
pequeña, vieja y muy arrinconada y en parte muy oculta y que se quiere caer”.
Esta situación de deterioro se declara abierta en acta del mes de abril de 1562
cuando el alcalde y mayordomos de la cofradía reconocen recibir una sentencia
judicial que manda derribar el dormitorio de pobres, que debe de hacerse lo que
fuera menester. Así, el domingo 19 de junio de 1575 se hace cabildo general
para tratar de tomar el suelo que se encontraba situado en el pasadizo de D.
Alonso Niño.
Con la licencia en el mes de marzo de 1577 se inician las
obras. Juan de Mazarredonda, que en el año 1582 entraría como cofrade de luz,
junto a Pedro del Río, también maestro de cantería (arquitectos) serían los
encargados de la construcción del nuevo edificio, en el que también parece que
intervino Juan de Nates. La inauguración de la iglesia se hizo constar en los
libros del siguiente modo: “la primera misa que se dijo en el hospital nuevo de
la cofradía de la Sagrada Pasión de Nuestro señor Jesucristo, hizo decir el
ilustre Sr. D. Alonso de Mendoza, Abad de la muy noble villa de Valladolid, hoy
sábado 18 de marzo de 1581”.
Corría el año 1666 cuando, no satisfechos los cofrades con
este edificio para la iglesia y hospital, quisieron modificarle, siendo uno de
los promotores Gregorio Rodríguez Gavilán, nieto del imaginero Gregorio
Fernández. La reforma consistía en revestir de talla los arcos y las bóvedas.
Así lo recogió el libro de actas: “Para el 5 de junio se llamó a cabildo a
Felipe Berrojo, maestro que a de hacer la dicha obra, para mantener la
formalidad de ella, por ser el más insigne que se conocen su profesión y no hay
otro en esta ciudad de que se pueda fiar”.
La portería sería hecha de cantería, deshaciendo la anterior
y una vez construida con piedra de las canteras de Campaspero, labrada por
Pedro Ezquerra. El benefactor Rodríguez gavilán se hizo cargo del coste de las
puertas, y, junto con dos cofrades más, se comprometieron a costear la media
naranja de la capilla mayor de Nuestra Señora. Con esfuerzos y gracias a que se
recogían limosnas a nivel de ciudadanía, se culmina el trabajo en el año de
1672. También intervino en estas reformas Antonio de la Iglesia.
En 1744 José Morante coronó el crucero de la iglesia con
cúpula y linterna.
La iglesia contaba con una nave central donde a ambos lados
estaban colocados ocho cuadros de la vida de San Juan Bautista. Sobre estos
cuadros estaban colocados otros ocho que representaban la vida de la Virgen.
Hacia la mitad de la nave existían dos altares. A la derecha estaba situado la
imagen del Nazareno del paso de la "Cruz a Cuestas". A la izquierda
se encontraba un crucificado que debe corresponderse con el Santo Cristo del
Calvario. Al fondo de la nave estaban
colocadas las imágenes del Cristo del Perdón y el Cristo de los Azotes - hoy N.
P. Jesús Flagelado -. En el crucero, a ambos lados de la cúpula estaban las tallas del Santo Cristo de las
Cinco Llagas, que estuvo en el Humilladero del Puente Mayor, el grupo
escultórico de la Degollación de San Juan, del que se conservan el cuerpo y la
cabeza, y el Santo Cristo de la Elevación. En el presbiterio se situaba el retablo
mayor con el camarín de la Virgen de la Pasión, Patrona de la Penitencial.
Dicho retablo está fechado en el año de 1657.
En la sacristía había cinco hornacinas que albergaban
distintas imágenes procesionales; en la central estaba la Dolorosa del paso
"nuevo de la Virgen y San Juan", cuya imagen central es la del Santo
Cristo del Calvario. La Dolorosa estaba flanqueada por San Juan y la Magdalena.
A los lados estaban el Cirineo y la Verónica del Nazareno, obras de Gregorio
Fernández. Al fondo estaba la cajonería y sobre ella dos espejos de marco
negro. Completaban el conjunto tres cuadros, representando la Soledad, el
Bautismo de Cristo y Jesucristo en el
Sepulcro. Finalmente en la sacristía había dos imágenes de la Piedad, una de
las cuales debía de proceder de la capilla que tenía la Cofradía en el Convento
de San Francisco, y una Virgen con el Niño.
En la sala de cabildos, colgaban dos cuadros que
representaban el doble patronazgo de la Cofradía: la Virgen de la Pasión y la
Degollación de San Juan Bautista.
Ésta fue la sede de la Cofradía hasta que el Arzobispo de la
ciudad en virtud de un informe del arquitecto municipal, decidió cerrar al
culto nuestro edificio ante la eminente ruina que presentaba, cuando se cumplía
el primer cuarto del siglo XX.
EL HUMILLADERO DE LA PASIÓN
Estuvo situado al otro lado del puente mayor, frente a la
puerta de salida de la ciudad y muy cercano a los hospitales de San Lázaro y
San Bartolomé. El humilladero estaba precedido de un atrio cercado en el que se
levantaba una cruz de planta cuadrada y contrafuerte en sus ángulos; la puerta
de ingreso ase hallaba desdoblada en dos arcos de medio punto. Esa cruz de la
que hablábamos anteriormente no debía de ser la original pues en 1.598 fue
derribada por una carreta tirada por dos bueyes; teniendo noticia de ello el
alcalde de la cofradía, por mandamiento de la justicia embargo el carro y los bueyes, aunque no se
ejecuto tal embargo al comprometerse el dueño de la carreta de nombre Marcos Llorente a costear otra cruz igual en todo.
Según Manuel Canessi la gente iba en romería hasta el
mencionado humilladero aún de lugares comarcanos. Como ya hemos dicho
anteriormente podemos afirmar que allí se encontraba el que hoy conocemos por
Santo Cristo de las Cinco Llagas, puesto que avanzando en el tiempo encontramos noticia de que hacia el año 1.610
el Obispo de la ciudad Juan Vigil de Quiñónez concedió cuarenta días de
indulgencia a todas las personas que delante del Cristo rezaran un Padre
Nuestro y un Ave María por las almas de los ajusticiados allí sepultados.
El destino del Humilladero fue el de quedar como depósito de
los restos de los descuartizados recogidos por los caminos a lo largo del año
hasta llevarlo a sepultar el Domingo de Lázaro (5º domingo de Cuaresma) a la
zona reservada para ellos dentro de la capilla que la Hermandad poseía en el
desaparecido Convento de San Francisco. Ese día se hace un túmulo en el
Humilladero y todas las misas que se dicen en él se aplican por las almas de
estos desdichados. Por la tarde, gran número de diputados de la cofradía, a
caballo, y alumbrando con hachas, traen los huesos a la ciudad en una litera
cubierta con bayeta negra que conducen dos machos.
El recorrido lo realizaban haciendo “estaciones” que pasaban
por el Convento de Dominicos de San Pablo, del que salía toda la comunidad para
cantar un responso; desde allí al templo de las Angustias, al de la Vera Cruz,
a la Plaza Mayor donde era recibido por la Cofradía del Nazareno rezándose en
todos sendos responsos; para finalizar entrando ya en San Francisco donde la
Cofradía de la Pasión cantaba un oficio de difuntos previo al enterramiento.
Según las noticias que se tienen tal Humilladero fue
destruido hacia 1.815 con pleno consentimiento de los cofrades.
VIDA Y FUNCIONAMIENTO DE LA PENITENCIAL
HORA Y DIA DE LA PROCESIÓN DE PENITENCIA:
Un aspecto fundamental de la Cofradía era su procesión. Es
de sobra conocido como, desde su fundación, cada una de las antiguas cofradías
penitenciales tenían procesión independiente, con su propio día y hora, aunque
estos se modificaron varias veces. Así Dámaso de Frías, al citar por primera
vez en 1.852 las procesiones de Semana Santa dice:
“Hay señaladamente tres cofradías de disciplina: una de la
Vera Cruz, otra de la Pasión, otra de la Quinta Angustia, las cuales salen
distintas y de por si: el jueves santo en la noche la una, la de la Pasión el
viernes santo a las ocho de la noche, con tanta cera, con tantas insygnias y
tanta gente, que dudo yo haberlas mayores no mas honradas em Sevilla o
Toledo...”
De esta manera, la Cofradía de la Pasión a los cincuenta
años de su fundación salía en procesión el viernes Santo. Sin embargo antes de
finalizar el siglo XVI ya debió modificar el día y la hora, pasando al Jueves
Santo por la tarde.
La Cofradía de la Pasión compartía la tarde del Jueves Santo
con la Vera Cruz, saliendo esta después de que hubiera entrado aquella. Esta
modificación debió quedar ya de forma estable. Ya en el siglo XVIII el
historiador Manuel Canessi así lo recoge:
“...sale de la hermita de nuestra Señora de la Pasión, el
Jueves entre cuatro y cinco de la tarde..., va por la plaza Mayor al Ochavo,
Platería, Cantarranas, Cañuelo y entra en la puentecilla del Mesón de Magaña, y
de alli por en medio de la Iglesia Catedral sale a la calle de los Orates, y
baja a los Mercaderes de Paños y Sedas, y por la calle de la Lonja llega a la
Plaza Mayor, y finaliza en su sagrada casa...”
FUNCIONAMIENTO DE LA COFRADÍA
Respecto al funcionamiento de la Cofradía las primeras
noticias que se tienen asentadas, las encontramos contenidas en un libro
manuscrito compuesto de 133 folios.
La portada de este primer libro dice lo siguiente:
"ESTE LIBRO ES DONDE ESTÁN LAS ENTRADAS DE LOS COFRADES
DE ESTOS DE LA SAGRADA PASIÓN DESDE EL AÑO 1.565 HASTA EL DE 1.574. TAMBIÉN
CONTIENE ESTE LIBRO ALGUNOS ACUERDOS SOBRE OCURRENCIAS DE AQUELLOS TIEMPOS Y
SON DESDE EL AÑO 1.561 HASTA EL DE 1.568".
Como primer hermano cofrade de disciplinados encontramos a
Jerónimo de Palacios, quien hizo el juramento y solemnidad necesarias, dando las
gracias por ello, el 25 de febrero de 1.565. Los derechos de ingreso fueron 1
ducado. La primera mujer es Isabel de Jijana el 25 de abril de ese mismo año de
1.565.
En otro orden de cosas, los asuntos tratados en el primer
cabildo del que tenemos constancia se remontan al año 1.561, y así se describe
lo ocurrido:
“Domingo, a 23 de Marzo, año del Señor de 1.561 cabildo
general, estando presentes los señores alcaldes y mayordomos y diputados y toda
la mayor parte de los señores cofrades,
acordaron que se haga una tabla que esté puesta en el dicho hospital
cerca de la tabla donde están asentados los cofrades, y que en ellas, con sus
aldabillas, se pongan por memoria los cofrades que no hubieren pagado las
misas y cera de cada un año, después que
se hubiere tomado la cuenta a los mayordomos de cada un año, para que se vean
las personas que no pagaren en cada un año al tesorero las mismas y cera, y en
ello se provea lo que les pareciere al cabildo, y para ello dieron cargo al
señor Gregorio Tomás, y estos mandan que se haga para que cada y cuando que
algún cofrade muriere, se le quite de las misas ir después de su muerte, no
pareciendo al cabildo otra cosa..."."...Acordaron en dicho cabildo
que, en cuanto a la procesión que suelen ir al monasterio de la Santísima
Trinidad de la quinta Angustia de Nuestra Señora, que ningún alcalde ni
mayordomo que es o fuere de aquí adelante, no mueva la dicha cofradía ni lleve
cera para la dicha procesión, sin licencia y acuerdo del dicho cabildo, siendo
llamados para ellos, so pena a cada oficial de una arroba de cera para la dicha
cofradía”.
Días más tarde, el 29 de marzo acordaron que el pendón
que salga en procesión, lo provean los oficiales que lo lleven.
Finalizan las actas de este año con las del 12 de abril:
“... y mandaron a Pedro de Santiago, nuestro cofrade, que de
aquí adelante él, ni otro cofrade, sea osado a entrar en otra cofradía que sea
de la Santa Vera Cruz ni de la Quinta Angustia de los Desamparados, so pena de
ser suspenso de cofrade, y el tal cofrade que entrare en cualquiera de las
dichas cofradías, no seamos obligados a llamarle a cabildo, ni él puede entrar,
porque se ha visto de ser cofrades de cofradías diferentes parlar lo de la una
cofradía en la otra y en lo de la otra en la otra, por donde se han seguido
muchas diferencias y pleitos y escándalos...”
Llegados al año 1.564, el domingo 12 de marzo se trata de la
conveniencia de hacer otro pendón, esta vez de color negro, para lo que Antonio
de Fromista, cerero, ofreció 30 ducados
y además el regalo de una pieza con cuatro insignias para el pendón y
una cruz, todo ello dorado. La condición que Antonio de Fromista impuso fue la
de llevar hasta el fin de sus días el citado pendón y otro colorado que ya
tenía la Casa.
Sobre el pendón y la cruz dorada podemos asegurar que se realizaron, ya que
Agapito y Revilla, al hablar de las cofradías, las procesiones y los pasos de
Semana Santa en Valladolid (publicación de 1.925), cita a su vez un párrafo de
la Fastiginia (obra del portugués Pinheiro da Vega sobre el Valladolid de
principios del s.XVII) que dice:
“... la primera procesión era la del Jueves Santo, que salía
de la Trinidad Calzada -era la de la Cofradía de la Pasión-. Iba delante un
guión de damasco negro con dos puntas de borlas, que llevaban dos hermanos
vestidos de negro; dos trompetas destempladas con los rostros cubiertos y
enlutados, que mueven a mucha compasión y tristeza; un hermano con una cruz
dorada, de tablas delgadas, y dos hachones; 400 disciplinantes, otros 400
hermanos de la cofradía, vestidos de bocací negro...”
Otro elemento para la identificación es la túnica. Del tema
trataron largamente en el cabildo de 9 de abril de 1.564 en cuya acta se dice:
“En este dicho día, los dichos señores trataron sobre si se
hacían túnicas los cofrades de luz y, habiendo tratado y platicado sobre ello,
acordaron que la Casa haga cuatro docenas de túnicas leonadas, las cuales
tengan las insignias de la Pasión que parezcan a los oficiales, y estas túnicas
se procure sean de bocaci, y las tenga la Casa, y la noche de disciplina las de
a cofrades de luz, cual ellos quisieren, los oficiales, de suerte que estos
cofrades de luz vallan delante del pendón y con las insignias y Cristo
alumbrando, y no en otra parte, y se trate con los cofrades de luz que les
hagan a su costa y los que no las quisieren hacer ni llevar, se les ruegue que
ayuden en limosna para hacerlas y que los cofrades que de aquí adelante
entraren sean obligados a hacer túnicas siendo cofrades de luz”. De este dato
apuntado no tenemos más referencia.
OBRAS DE MISERICORDIA
Como ya se ha mencionado anteriormente todas las Cofradías
que se fundan, lo hacen para vivir de una forma especial alguna o algunas Obras
de Misericordia. Por lo que respecta a la Cofradía de la Pasión la obra de
misericordia que cuidaban especialmente sus diputados era la de ayudar y
consolar a los condenados a muerte y disponerlos para bien morir,
acompañándoles al suplicio y una vez ejecutados darles cristiana sepultura, así
como atender a las necesidades de sus familias para lo cual, salían
pidiendo limosna trece diputados, por las calles de la ciudad haciendo
repicar “... unas campanillas de muy triste sonido...” diciendo en alta voz:
“... Hagan bien para hacer bien por el ánima de este hombre
que sacan a ajusticiar...”.
Acabada la ejecución y con permiso que pedían a los Alcaldes
de la Sala del Crimen, se hacían cargo del cadáver del ajusticiado para ser
enterrado en el Humilladero que tenía la Cofradía a las afueras de la ciudad
para, posteriormente, el Domingo de Lázaro, acudir hasta el mencionado humilladero, recoger todos los huesos, y después de una
larga procesión con sus paradas y rezo de Misereres en el Convento de San Pablo, Penitencial de
las Angustias, Penitencial de la Santa Vera Cruz y Penitencial de Nuestro Padre
Jesús Nazareno darlos definitiva sepultura en el Convento de San Francisco.
Lugar en el que la Cofradía tenía una capilla reservada a tal efecto.
En otro lugar de la Regla de la Cofradía se puede leer:
“ ... que el Jueves de la Cena se vistan doce niños y una
niña de paño buriel y se les dé sayos y camisas y zapatos, y a la niña saya y
sayuelo con sus mangas y cofia y zapatos”...”ordenamos y mandamos que desde el
día de San Miguel hasta el día de Pascua de
Flores, dos cofrades cada noche tengan cargo de buscar los niños
perdidos por las calles y taberna y bodegones y los traigan a dormir a las
casas de nuestro hospital”.
Las cofradías penitenciales, aparte de las obligaciones
especificas de los cultos y procesiones de disciplina de la Semana Santa, asumían
una interesante labor asistencial acorde con la mentalidad de la época. Como
vemos, la Cofradía de la Pasión, además de las conocidas funciones de
asistencia a los ajusticiados y su entierro, se ocupaba también de los niños.
Todos conocemos las historias sobre la picaresca y la utilización de menores en
los siglos XVI y XVII, magníficamente relatadas en “El Lazarillo de Tormes ”;
sobre esta infancia-adolescencia abandonada en las calles actuaba la Cofradía
de la Pasión; el carácter simbólico del número de niños que se vestían en el
Jueves Santo es evidente: representan a Cristo y a los Apóstoles (Sin Judas) y
a la Virgen María.
La asistencia en el hospital de la Cofradía
(hospital-asilo-residencia, en el concepto actual), se realizaba de forma
activa: desde el día de San Miguel (29 de septiembre) hasta el domingo de
Resurrección, (esto es en los meses de frío y lluvia), dos cofrades cada noche
recorren las calles, tabernas y
bodegones, (lugares inapropiados para que estén los niños), recogiéndolos para
que duerman en sitio decoroso y protegido. Es con posterioridad, cuando las
cofradías centran su espiritualidad entorno a una imagen o imágenes con las
cuales salen en procesión por la ciudad en los días de Semana Santa, sin dejar
por ello de cumplir con la Obra de Misericordia encomendada, dando así
fehaciente testimonio de la profunda raíz cristiana de estas manifestaciones.
Basten unas líneas entresacadas del Diario de Valladolid de
Ventura Pérez para darnos cuenta de que, lejos de perderse unas y otras
manifestaciones en las fechas en las que se refiere, continuaban vivas.
Respecto de aquella forma de vivir la Obra de Misericordia de consolar a los
afligidos extraemos el siguiente párrafo:
“Año de 1.719, día 8 de Marzo, dieron garrote a un hombre
llamado comúnmente Tarja, en el Campillo de San Nicolás, por haber muerto a su
mujer. Le encubaron metiéndole en el río en un pellejo de un buey; no le
metieron más que los pies y le pusieron encima del pecho un papel y en el
pintados un gallo, un perro, una mona y una culebra, ceremonia que mandan las
leyes; y le hizo la cofradía de la Pasión su entierro en San Nicolás, en la
iglesia”.
Igualmente la cofradía se ocupaba de recoger los huesos de los descuartizados esparcidos
por los caminos, llevándolos a enterrar a uno de los patios del convento de San
Francisco (hoy desaparecido, situado en la Plaza Mayor, frente al Ayuntamiento)
que los religiosos tenían destinados a tal efecto. En el año de 1703, la
cofradía encarga al maestro de obras José Gómez la construcción de una capilla,
sufragada en su totalidad por las limosnas de los devotos, donde se colocaron
las insignias de la Pasión. La cofradía asignó a la comunidad de franciscanos
la cuarta parte de las limosnas que la cofradía sacase, cantidad que los
frailes destinarían a las misas que en sufragio de las almas de los
ajusticiados se celebraran. Al menos hasta el año 1834 en que se construye el
cementerio especial para los ajusticiados, situado al lado izquierdo del
general de esta ciudad, estas fueron las moradas de quienes tuvieron el
consuelo de ser conducidos a ellas por la cofradía de la Pasión.
Respecto a las manifestaciones procesionales extraemos este
otro párrafo:
“Año de 1.725, el día 28 de marzo de dicho año, no salió la
procesión de la Cruz hasta las diez de la noche, a causa de llover a cántaros,
y el día 29 jueves santo, salió la procesión de la Pasión por la tarde,
lloviendo”.
LAS COMISARÍAS EN LA COFRADÍA DE LA PASIÓN
En el seno de las antiguas hermandades penitenciales de
Valladolid surgieron unas asociaciones de cofrades que, agrupándose en torno a
una de las imágenes de la cofradía, se obligaban, además de sus deberes
generales, a venerar, conservar y dar culto a dichas imágenes y a otras
actividades específicas que podían ser diferentes en cada caso; estas
agrupaciones se llamaron comisarías. Así pues, la Comisaría era un órgano
interno de la Cofradía, sin entidad canónica propia y sin representatividad. A
veces adquirieron una cierta autonomía, siempre en perjuicio del gobierno de la
hermandad.
En la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo
surgieron varias Comisarías, de alguna de ellas se conserva documentación:
Comisaría de Paz y Caridad. No podía tener más de 40
diputados, y tenía como centro de sus devociones a María Santísima de la Pasión. Además de sus
obligaciones como cofrades, tenían la obligación de auxiliar a los reos, pedir
por los distintos barrios de la población para prestarles los auxilios
espirituales y materiales necesarios; acompañarles durante el duro trance, y,
por último, hacerse cargo del cadáver y darle sepultura.
Comisaría del Santísimo Cristo de la Columna. Tenía por fin
principal tributar, con el mayor esplendor posible, culto al Santísimo Cristo
Atado a la Columna. Además tenían un fin benéfico: costear el entierro al
hermano que falleciese y decirle una misa de réquiem cantada.
Comisaría del Santísimo Cristo del Perdón. No podían pasar
de 30 comisarios, y tenían por fin, además de dar culto la imagen del Santísimo
Cristo del Perdón, proporcionar a sus comisarios auxilios en caso de caer
enfermo hasta su restablecimiento, y, en caso de fallecimiento, hacerse cargo del entierro, así como misa.
EL ARTE EN LAS COFRADÍAS
Dentro de las cofradías ocupa un lugar importantísimo el
arte. Llegado un determinado momento las cofradías comenzaron a hacer ejercicio
publico del culto a Nuestro Señor, sobre todo en lo referido a Su Pasión y
Muerte y junto con los hermanos de disciplina desfilaban en las procesiones los
hermanos de luz, alumbrando las imágenes que representaban esa Pasión y Muerte.
Posteriormente solo alumbraban las imágenes los hermanos de luz al abolirse la
disciplina pública por Real Orden de 20 de Febrero de 1777, reinando en España
Carlos III. Al ser las cofradías un fenómeno que abarcaba no solo los días de
la Semana Santa sino prácticamente todo el año con sus actuaciones tanto
festivas como religiosas, casi todas las
gentes de la ciudad tenían una relación directa o indirecta en tales actos, en
las cofradías. Por ello era lógico que dentro de las mismas hubiese personas
que ejercieran todo tipo de trabajados para su sustento; escultores, pintores,
plateros etc. Dentro de este capítulo
estaban incluidos los escultores que al recibir los encargos para realizar
obras para su cofradía ponían todo su empeño y arte en realizar obras maestras que tenían, como
no podía ser de otra una clara vocación de permanencia. Figuras como Gregorio
Fernández, Bernardo del Rincón, Juan de Juni
etc., estaban a disposición de las cofradías recibiendo sus encargos; alguno de ellos llegaron a ser alcaldes de esas
Penitenciales, es el caso de Francisco Díez de Tudanca respecto a la Cofradía
de la Pasión.
Respecto a los imagineros que trabajaron para la Cofradía de
la Pasión bien podemos decir que fueron de primera línea.
Fueron hermanos de la Penitencial figuras señeras de la
imaginería castellana tales como Francisco del Rincón, su hijo Manuel y su nieto
Bernardo, tres generaciones que dieron lo mas grande de su arte a la Cofradía,
así como Francisco Díez de Tudanca, reconocido imaginero que llego a ser
Alcalde de la misma. El patrimonio de la cofradía esta catalogado de primer
orden con obras como el Santo Cristo de las Cinco Llagas obra de Manuel
Álvarez, datada hacia 1540. Seguidor de Alonso Berruguete, se cree que esta
impresionante talla presidía el humilladero que poseía la Penitencial a las
afueras de la ciudad pasado el Punte Mayor.
Nuestro Padre Jesús Flagelado, datada hacia mediados del siglo XVII y
policromada en 1650. El Santo Cristo del Calvario, es una obra anónima de la
Escuela Castellana datada hacia 1650. El Santo Cristo de la Elevación, obra de
Francisco del Rincón datada en 1604. El Santísimo Cristo del Perdón, imagen
titular de la Penitencial y exponente único del barroco español; es obra de
Bernardo del Rincón.
Datada en 1.656 figura con el nombre de “Paso de la Humildad
de Cristo Nuestro Señor” en el desfile procesional del Jueves Santo organizado
por la Cofradía. Tomando como fuente a a Manuel Canessi se refiere como “Cristo
orando a su eterno Padre”, precisando que: “... a este señor lo llaman el del
Perdón y le ponen en el Campo Grande quando
ay quemados...”. Si bien es conocida la
historia de este Cristo, la identificación de su autor no ha sido una labor fácil. Agapito y Revilla
la adscribió a la escuela de Gregorio Fernández. Martín González la estimo como
obra de un seguidor de Fernández y una proximidad estislística a Juan Antonio
de la Peña, pero inclinándose como obra de Francisco Díez de Tudanca del que se
sabía que en 1.664 había contratado para Pamplona un Cristo de rodillas
semejante al que había en el Convento de los Trinitarios Descalzos de
Valladolid. La aparición de un documento parece desvelar la autoría de la
obra que permite identificarla con la
contratada por el escultor vallisoletano Bernardo del Rincón el 15 de octubre
de 1.656 para la Cofradía de la Pasión a quien la debería entregar para la procesión del jueves santo de 1.657.
La escultura había de realizarse conforme a un modelo hecho por el artista,
pero algunos detalles y medidas definitivas se someterían a la apreciación del
pintor Diego Valentín Díaz. He aquí un párrafo del mencionado contrato:
“ Sépase por esta carta la obligación como yo Bernardo del
Rincón escultor vecino de esta ciudad... que haré en toda perfección un santo
Cristo de madera de tierra de ontalvilla
de seis pies y medio o siete lo que mas convenga desnudo con su pañete incado de rodillas
sobre un óvalo que escenifique al mundo y así un peñasco grande... en precio de cien ducados de vellon
pagados luego de contado trescientos
reales y trescientos el día de navidad venidera de este año de cincuenta y seis
y lo restante el día que entregare el dicho santo Cristo... y no cumpliendo con
entregar dicha hechura dicho día pagare
de pena cera de la virgen de la pasión para darles cuatro arrobas de cera en
que desde luego me doy por condenado y por ello seré ejecutado en virtud de esta
escritura...”
Hay también otras obras escultóricas. Respecto a las obras
pictóricas destacan “San Juan Niño”, “el Angel se aparece a Zacarías”, “Abrazo
de San Joaquín y Santa Ana”, “Los desposorios de la virgen”, “La Anunciación”,
“La Circuncisión” y “La muerte de la Virgen” obras de Diego Díez Ferreras, que
vivió en la Plaza Mayor de Valladolid y fue uno de los pintores más solicitados
durante la segunda mitad del siglo XVII en toda Castilla. Al pintor Amaro
Alonso pertenecen los cuadros “La Sagrada Cena”, “Degollación del Bautista” y
“Salome presentando la cabeza”. De Manuel Juárez son “Cristo con la cruz a
cuestas” y “el levantamiento de la cruz”, obras que desgraciadamente no queda rastro de ellas. A Agustín Bara,
casado con una nieta de Gregorio Fernández se deben, “El nacimiento de San
Juan”, “Predicación de San Juan” y “El Bautismo de Jesús”.
La sección Nuestros Imagineros, así como la galería
Multimedia de esta página web, ofrecen más información sobre este tema.
LA COFRADÍA EN LOS SIGLOS XIX, XX Y XXI
Al margen de otros posibles motivos para explicar los
problemas de las cofradías, debe recordarse que el siglo XVIII se caracterizó
por un innegable intervencionismo de los poderes públicos en algunas de sus
costumbres, incluyendo el horario de las procesiones. Esta actuación de la
administración pública, prolongada hasta bien entrado el siglo XIX, fue una de
las causas que contribuyeron a la decadencia de ésta y de las otras cofradías.
Muestra del declinar fue la recogida de imágenes secundarias de los pasos con
destino al nuevo Museo Provincial de Bellas Artes (hoy Museo Nacional de
Escultura).
Tras la entrega, realizada en 1842, al parecer a título de
depósito, la cofradía conservó las imágenes principales de sus pasos: Cristo de
la Columna, Cristo del Perdón, Cristo del Calvario, Cristo de la Elevación,
Jesús con la Cruz a Cuestas, así como la Virgen de la Pasión, el San Juan
Bautista Degollado y otras obras de arte. Siguió participando en las
procesiones vallisoletanas.
En el siglo XX la historia de la Cofradía se vuelve azarosa.
El punto culminante es la pérdida de la iglesia de la Penitencial en estado
ruinoso (1926), de la que acabó siendo despojada. Las dificultades no bastaron
para impedir la continuidad de la cofradía, que mantuvo una actividad
ininterrumpida hasta que, al amparo de circunstancias más favorables, ha
recuperado buena parte del patrimonio que se había depositado en el Museo
Nacional de Escultura y en algunas iglesias a raíz del cierre del templo
propio. A pesar de los avatares expresados, la hermandad conserva en nuestros días, además de las imágenes
procesionales del siglo XVII, antes mencionadas, otras tallas de los siglos XVI
y XVII, así como dos series de lienzos de la segunda mitad del XVII (sobre la
vida de San Juan Bautista y la vida de la Virgen) y otras obras de pintura,
orfebrería, bordados, documentación histórica desde el siglo XVI, etc.
Hoy, tras haber recorrido, desde el cierre de su iglesia
Penitencial, las iglesias de San Felipe Neri, el Santuario Nacional de la Gran
Promesa y Santa María Magdalena, la cofradía tiene su residencia canónica en el
templo del Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita desde 1993. Esta
iglesia de religiosas cistercienses -que hoy mantiene abierta al culto la
hermandad- recibió en su dilatada historia mercedes de distintos monarcas
castellanos: don Enrique I, don Enrique II, doña María de Molina. Tampoco le
faltaron las atenciones de la Casa de Habsburgo: don Carlos I, don Felipe II,
don Felipe III y doña Margarita de Austria.
Como ya se ha dicho se pierde la Iglesia comenzando así un
largo peregrinaje por algunas de las de Valladolid. Al cumplirse el primer
cuarto del siglo XX, se solicita al entonces Arzobispo de Valladolid Don Remigio
Gandásegui trasladar la imagen del Santísimo Cristo del Perdón junto con su
Comisaría a la de San Felipe Neri.
En 1992 la Comisaría del Santísimo Cristo del Perdón vio
reconocida su identidad, ininterrumpida a lo largo del tiempo, con la Cofradía
de la Pasión, y en el año 2000 el
Consejo Pontificio para los Laicos reconocía en ella la existencia de esta
Cofradía Penitencial como “asociación pública de fieles de derecho diocesano en
comunión y obediencia con el Arzobispo de Valladolid”, rigiéndose por los
Estatutos aprobados por el arzobispo José Delicado Baeza en 1992. Se reconocía
en consecuencia la propiedad de los bienes que se encontraban en manos de otras
personas jurídicas, eclesiásticas y civiles.
LA COFRADÍA HOY
Las actividades de la cofradía hoy son las que
desarrolló a lo largo de siglos de
historia, obviamente adaptadas a los nuevos tiempos. Colocada al amparo de la
Virgen de la Pasión, a la que dedica las celebraciones solemnes del 15 de septiembre
y los cultos del mes de octubre, y de San Juan Bautista Degollado -honrado
especialmente el 29 de agosto-, ha unido a estos patrocinios el de San Rafael
Arnaiz, monje trapense del monasterio de San Isidro de Dueñas (Palencia),
incorporado institucionalmente a las devociones de la cofradía el 16 de
diciembre de 2000. Su fiesta se celebra el 26 de abril. Con este motivo, la
Orden del Císter ha obsequiado a la cofradía con una reliquia de su copatrono.
Además de los cultos eucarísticos dominicales y las fiestas
de precepto, tienen especial relevancia los Divinos Oficios de Jueves y Viernes Santo, la Vigilia Pascual, y la
Misa en sufragio por los cofrades difuntos durante el mes de noviembre.
Asimismo son jalones notorios en el año los cultos cuaresmales: Quinario y
Besapié al Santísimo Cristo del Perdón (cita habitual para numerosos
vallisoletanos), Triduo al Santo Cristo de las Cinco Llagas y Triduo a Nuestro
Padre Jesús Flagelado.
Las procesiones organizadas en Semana Santa por la cofradía
son dos: El Ejercicio Público de las Cinco Llagas (Sábado de Pasión) y la de
Oración y Sacrificio (Jueves Santo). En la primera, los cofrades, portando a
hombros su imagen del Cristo de las Cinco Llagas, hacen otras tantas estaciones
ante sendos conventos de clausura de la ciudad, en las que, en compañía de
religiosas y fieles, piden por las vocaciones en la Iglesia. En la segunda
llevan a la catedral, también en andas, las imágenes de Nuestro Padre Jesús
Flagelado y el Santísimo Cristo del Perdón. Allí los hermanos de la Sagrada
Pasión cubren una estación ante el Santísimo Sacramento, reservado en el
Monumento, durante la cual oran por las personas privadas de libertad, en
recuerdo de las obras de misericordia que antaño practicaba la cofradía.
También se participa en la Procesión General de la Pasión del Redentor en la
tarde del Viernes Santo.
Por fin, en nuestros días, uno de los cometidos de la
cofradía sigue siendo la práctica de la caridad con todos, especialmente con
los más necesitados. Para ello colabora, durante todo el año, con distintas
instituciones católicas mediante donativos, campañas de recogida de alimentos,
ropa, juguetes, medicinas... Esta cooperación se destina a las más variadas
latitudes, según las circunstancias y las necesidades: Valladolid, Ruanda,
Etiopía, Guatemala, El Salvador, Argentina... Singular importancia para la
cofradía tiene su ayuda a las misiones que el monasterio cisterciense de San
Isidro de Dueñas (La Trapa) mantiene en Angola. Éstos son, sin duda, los
resultados más tangibles de la defensa y actualización de una trayectoria
espiritual, social y cultural varias veces centenaria.
Hábito y medalla:
El hábito está formado por los siguientes elementos: túnica
y capa gris, capirote negro, cíngulo y guantes blancos. En el lado izquierdo de
la capa luce el escudo de la cofradía. El zapato, plano, así como el calcetín
han de ser negros. En los casos en que no se utiliza capirote, se sustituye por
muceta negra con puntilla blanca.
La medalla tiene en el anverso la imagen, en relieve, del
Santísimo Cristo del Perdón, así como la inscripcin Cofradía Penitencial de la
Sagrada Pasión de Cristo . En el reverso aparecen los símbolos de la pasión,
con la leyenda Iglesia de San Quirce y Santa Julita - Valladolid . La medalla
pende de un cordón gris, salvo en el caso de los miembros del Cabildo de
Gobierno, que lo llevan de color negro y plata y en el del Alcalde de la
cofradía que es íntegramente de plata.
Nuestra Sede:
La cofradía disfruta, desde octubre de 1993, de una nueva
sede canónica en la iglesia del Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita,
de la orden del Císter, sita en la Pza. de la Trinidad.
En la actualidad, pueden admirarse en el interior del templo
obras de arte pertenecientes a la comunidad de religiosas, así como las
imágenes procesionales y algunos lienzos de la penitencial.
Anteriormente la cofradía fue propietaria de la Iglesia
Penitencial de la Pasión, que construyó en 1581 junto a la Plaza Mayor, en la
calle que aún hoy se denomina "Calle de la Pasión" en honor al nombre
de la cofradía, y que hubo de abandonar en 1926 y hoy es la sala municipal de
exposiciones.
Tras la salida de la que era su iglesia, y hasta su llegada
a la actual sede canónica, la hermandad se estableció sucesivamente en la
iglesia de San Felipe Neri, el Santuario Nacional de la Gran Promesa y, desde
1953 hasta 1993, en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena.
Banda:
Introducción
Desde su fundación hace más de cuarenta años, la Banda de
Cornetas y Tambores “Santísimo Cristo del Perdón”, de la Cofradía Penitencial
de la Sagrada Pasión de Cristo, está considerada como una de las bandas más
prestigiosas en la ciudad de Valladolid.
Siempre a la vanguardia de la música de Semana Santa en
nuestra ciudad, fue la primera banda vallisoletana en abandonar el entonces
hegemónico estilo militar para interpretar marchas exclusivamente
procesionales, tanto de las más reconocidas bandas nacionales, como
composiciones de carácter propio; así, títulos como “En Tu divino perdón”,
dedicada al Santísimo Cristo del Perdón; “Calvario”, dedicada al Santo Cristo
del Calvario; o “Virgen de San Lorenzo”, dedicada a la Patrona de nuestra
ciudad, forman parte, entre otros, del patrimonio inmaterial de nuestra
hermandad.
Reconocido su buen hacer tanto dentro como fuera de la
ciudad pucelana, además de acompañar a los sagrados titulares de su cofradía en
sus salidas procesionales, también es requerida su participación por otras
cofradías e instituciones, tanto vallisoletanas como de todo el ámbito
nacional, habiendo participado en certámenes y procesiones de localidades como
Ávila, Benavente, Granada, o Zamora, entre otras muchas, llegando a tocar junto
a bandas del prestigio de la “Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de
las Tres Caídas (Triana)” o de la “Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora
de la Victoria (Las Cigarreras)”.
No podemos finalizar esta breve semblanza de la banda sin
hacer una mención destacada de sus participaciones en los conciertos, que con
carácter benéfico, organiza anualmente la cofradía para recaudar fondos con
destino a la Bolsa de Caridad, sobresaliendo entre todos ellos el celebrado a
beneficio de ASPACE en el Teatro Calderón de Valladolid, y que estaba enmarcado
dentro de los actos de conmemoración del 475 aniversario de la fundación de la
cofradía y del 350 aniversario de la hechura del Santísimo Cristo del Perdón.
Procesiones en las que participan:
SÁBADO DE PASIÓN: Procesión del EJERCICIO PÚBLICO DE LAS
CINCO LLAGAS
Esta procesión, en la que el "SANTO CRISTO DE LAS CINCO
LLAGAS" (Manuel Álvarez, mediados S. XVI) sale a hombros de los cofrades
de la Sagrada Pasión, se celebró por primera vez el Sábado de Pasión de 1995.
Desde entonces se ha mantenido, año tras año, con el
propósito de honrar a Nuestro Señor, ya muerto por nuestros pecados.
Durante el recorrido a lo largo de viejas calles
vallisoletanas, el cortejo se detiene ante cinco conventos de clausura para
hacer sendas estaciones en memoria de las Sagradas Llagas. En cada uno de esos
momentos, al hilo de la voz de una religiosa del convento, religiosas, cofrades
y devotos piden por las vocaciones en el seno de la Iglesia.
El itinerario por el que transcurre la procesión es el
siguiente:
A las 20 h. parte de la Iglesia del Real Monasterio de San
Quirce y Santa Julita sita en la Plaza de la Trinidad, y es ante este
Monasterio dónde realiza el rezo a la primera Llaga, continuando por Isidro
Polo, Plaza de los Ciegos, Lecheras, Rondilla de Santa Teresa (Convento de Santa
Teresa, segunda Llaga), Pelota, Imperial, San Diego, Plaza de las Brígidas, San
Ignacio (Convento de la Concepción, tercera Llaga), San Ignacio, Encarnación,
(Convento de Santa Isabel, cuarta Llaga), Santo Domingo de Guzmán, Expósitos y
Plaza de la Trinidad, yendo por el interior de la plaza hasta la Iglesia
Parroquial de San Nicolás de Bari, donde se rezará la quinta Llaga, continuando
después hasta la Iglesia del Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita donde
se da por finalizada la Procesión.
JUEVES SANTO: Procesión de ORACIÓN Y SACRIFICIO
También a las 20 h., al caer la tarde del Jueves Santo, se
inicia esta procesión, con las imágenes de "NUESTRO PADRE JESÚS
FLAGELADO" (Anónimo, h. 1650), de "NUESTRO PADRE JESÚS CON LA CRUZ A
CUESTAS" (Anónimo S. XVII), del "SANTÍSIMO CRISTO DEL PERDÓN"
(Bernardo del Rincón, 1656) y del "SANTO CRISTO DEL CALVARIO"
(Anónimo castellano de mediados del S. XVII) . En ella la cofradía se dirige a
la Santa Iglesia Catedral Metropolitana para hacer Estación de Penitencia ante
el Santísimo Sacramento.
Delante de Jesús Sacramentado la hermandad pide por las
personas privadas de libertad, actualizando su antigua dedicación a los
condenados, presente desde los primeros momentos de su historia. Ese recuerdo
se mantiene también merced al sonido de las trece campanillas que durante el
recorrido acompañan al Santísimo Cristo del Perdón, en memoria de las que, en
siglos pasados, tenían los cofrades de la Pasión al pedir limosna por los que
iban a ser ejecutados.
El itinerario por el que transcurre la procesión es el
siguiente:
Plaza de la Trinidad, San Quirce, Expósitos, Concepción,
Plaza de San Miguel, San Antonio de Padua, Plaza de los Arces, Leopoldo Cano,
Angustias, Plaza de la Libertad, Plaza del Portugalete, Catedral y Arribas
hasta la Santa Iglesia Catedral en cuyo interior se celebrará un Acto
Penitencial.
Reanudándose la Procesión por: Arribas, Catedral, Plaza del
Portugalete, Plaza de la Libertad, Macias Picavea, Platerías, Guadamacileros,
Plaza de los Arces, San Antonio de Padua, Plaza de San Miguel, Concepción,
Expósitos, San Quirce y Plaza de la Trinidad, hasta la Iglesia del Real
Monasterio de San Quirce y Santa Julita donde se dará por finalizada la
Procesión.
VIERNES SANTO: Procesión General de la Sagrada Pasión del
Redentor
Además de las dos procesiones expuestas anteriormente y que
son de organización propia, la cofradía también participa junto al resto de la
cofradías vallisoletanas en la tarde-noche del Viernes Santo en la Procesión
General de la Sagrada Pasión del Redentor, acompañando al paso titular, el
Santísimo Cristo del Perdón.
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